Las prácticas campamentiles se consideran un pilar fundamental en la formación docente de Educación Física, sirviendo como un laboratorio pedagógico para desarrollar competencias esenciales. Sin embargo, su enfoque no es homogéneo; está en constante tensión entre diferentes perspectivas formativas, que van desde una visión puramente técnica y deportiva hasta enfoques más holísticos, socio-críticos y humanistas. Esta dualidad enriquece el proceso, pero también subraya la necesidad de encontrar un equilibrio que prepare a los futuros educadores de manera integral.
La Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ), inspirada en su misión de promover la educación superior como un derecho social, asumió el desafío de innovar en estas prácticas. Reconociendo que la formación docente implica tomar opciones ideológicas (Perrenoud, 2001), la universidad buscó ir más allá de la aplicación de técnicas para transformar el campamento en un espacio de diálogo y aprendizaje significativo.
En el año 2019, la UNPAZ llevó a cabo una experiencia de integración cultural en los pueblos de Tusaquillas y Rinconadillas, en Jujuy. Este escenario fue elegido estratégicamente para desafiar a los estudiantes de Educación Física y fomentar una interacción con realidades culturales y ambientales distintas a las de la región metropolitana de Buenos Aires. La iniciativa se concibió como un laboratorio didáctico
Esta experiencia en Jujuy se destaca como un modelo de cómo las prácticas campamentiles pueden ir más allá de lo tradicional, formando profesionales no solo competentes en el "saber hacer", sino también en el "saber ser" y el "saber convivir" en un mundo diverso. El texto concluye destacando que la formación docente debe abrazar la pluralidad de enfoques, entendiendo la heterogeneidad como una fortaleza que enriquece la disciplina y forja agentes de cambio social y ambiental.